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Adaptar un clásico es siempre un trabajo arduo. Todos sabemos que La Celestina es la obra cumbre del teatro español. Su planteamiento, estructura y complejidad hace que las opiniones sobre la misma no sean homogéneas.
Algunos dicen que es una novela, otros teatro; hay incluso quienes piensan que es una obra de teatro novelada y otros que es una novela dialogada. Se defiende que fue concebida para ser leída en voz alta ya que los largos parlamentos, causan una excesiva duración de la obra y hace que sea irrepresentable. Existe inconclusión en los días que pasan desde que empieza y acaba la obra. Escenarios múltiples y cambiantes según avanza la trama más propios de una
novela o incluso del cine que de una obra teatral.
Nosotros hemos exprimido el limón de La Celestina hasta la última gota, hasta su misma esencia. Un virtuoso de la guitarra, un actor dúctil y versátil y tres volúmenes rectangulares es todo lo que tenemos.
La guitarra envuelve la obra dándole sentido, ritmo y tono. El actor interpreta a todos los personajes siendo a su vez el narrador de la historia, y los tres volúmenes rectangulares son la escenografía y espacios que el actor va trasformando ante nuestros ojos. Tres elementos que se conjugan entre sí para servirnos el drama y la comedia que rezuma La Celestina.